martes, 11 de septiembre de 2012

La utilidad de los "recortes"

Hace solo dos días, la ya famosa "troika", los hombres de negro, rechazaron el plan presentado por Grecia como solución B al durísimo ajuste que le habían propuesto.
El Gobierno griego pidió aire, más tiempo para llevar a cabo las profundísimas y durísimas reformas que su economía necesita para devolver todo el dinero que se la ha inyectado desde estas instituciones.

Hoy mismo, Portugal recibe el "regalo" por parte de la UE en forma de ampliación del plazo para lograr el objetivo de déficit.

Y por último, en España, el gobierno todavía se debate entre la solicitud o no de un rescate completo, mientras las encuestas señalan que es el país de la UE con mayor número de parados y no estudiantes: ni-ni.

Los recortes, la austeridad, la contención del gasto público...Estos y muchos sinónimos encontramos en las portadas de todos los periódicos, en la boca de todos los políticos sobre todo a este lado del Atlántico.
Pero, ¿están sirviendo para algo estas medidas?

En el caso concreto de España, los recortes en partidas presupuestarias clave se hacen notar cada vez con más intensidad. Mientras, todos los políticos repiten el mensaje de que no se puede gastar lo que no tiene y que el problema es la deuda.
El problema no está tanto en la deuda, menor que la de otros países de nuestro entorno (definición muy utilizada convenientemente por los políticos), si no la capacidad de afrontarla, es decir, los ingresos.
El problema de España y del resto de economías con problemas de la UE es la capacidad de recaudar por parte del estado. En un periodo recesivo como el que vivimos, los ingresos del estado caen estrepitosamente y los gastos, derivados de los mecanismos de corrección de desigualdades creados con el estado de bienestar, aumentan.
Por ello, sería más lógico pensar en una forma de mejorar la eficiencia en la captación de ingresos por parte del estado, es decir, una reforma fiscal que en el caso de España, es más que urgente.
Por supuesto, la austeridad en todas las partidas debe ser la norma. Desde que España entró en la UE, la bonanza económica y las transferencias de la UE hicieron que se cometieran desmanes políticos y económicos.

Además, la crisis económica también está avivando el debate sobre la reforma del estado y, por extensión d e la Constitución. Antes, éste era solo un debate meramente político que se escapa al ciudadano medio. Pero la profunda crisis que vivimos a hecho que se plantee como una necesidad, para hacer de España un estado más eficaz, como cuerpo político y económico.

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