martes, 22 de noviembre de 2011

Lecturas 1 y 3

De la primera lectura de Gino Longo, sobre las características del conocimiento científico, destaco dos aspectos sobre los que no estoy del todo de acuerdo con el autor.
Dos aspectos que, a pesar de todo, están muy unidos entre sí. En primer lugar, Longo, afirma que el conocimiento de la realidad, basado en el intento de comprensión de los fenómenos que la componen, está totalmente desligado de la acción sobre esos fenómenos. Longo separa conocimiento y acción como si no fuesen dos caras de una misma moneda.

Desde mi punto de vista, el conocimiento y la acción están irremediablemente unidos. El primero, es un esfuerzo por comprender el porqué de los fenómenos, sus causas, sus condicionantes. El segundo se aprovecha de estos conocimiento para poder actuar sobre ellos, transformándolos a la voluntad del hombre. Considero que el conocimiento si que tiene como objetivo final la acción. En concreto, dotar a la acción de los datos suficientes para poder ejercer una modificación de los fenómenos.

En segundo lugar, Longo afirma que el hombre de acción no puede ser el mismo que el científico, que el hombre del conocimiento. Es cierto que el científico, en su versión clásica, es un hombre totalmente dedicado a la investigación y, muchas veces, ajeno a la ejecución y la puesta en práctica de sus descubrimientos. Pero cada vez más, los científicos ya no solo se preocupan por encontrar los fundamentos de los fenómenos que ocurren en la realidad, sino que también se interesan sobre los efectos que estos pueden tener para los seres humanos, es decir, también se preocupan de qué se hace con sus descubrimientos.
Además, en las ciencias sociales, podríamos catalogar como científico a un economista que, posteriormente, se puede convertir en político y, en ese caso, tiene la posibilidad de aplicar sus conocimientos y sus investigaciones a la vida social. Aquí, el investigador coincidiría con el hombre de acción, por lo que no están tan separados como Longo afirma.


La segunda lectura, un texto de Manuel Sacristán, aborda la definición de concepción del mundo y su influencia determinante en el ámbito científico. La concepción del mundo, de la realidad que le rodea que tenga el científico le condiciona de manera determinante a la hora de realizar una investigación.

Partiendo de la base del materialismo histórico, que se basa en explicar los hechos tal y como se presentan en la realidad, la concepción de las causas y consecuencias de estos hechos, es determinante para el resultado de una investigación. Desde mi unto de vista, el científico debe ser plenamente consciente, hasta donde pueda, de la concepción del mundo sobre la que comienza su investigación, de los prejuicios que, en tanto ser social, ha adquirido, muchas veces de forma inconsciente, dentro de una sociedad determinada en la que haya crecido. No ser consciente de estos condicionantes, puede provocar que una investigación quede desacreditada, por estar sesgada ideológicamente, por l falta de pericia del científico a la hora de comenzar sus investigaciones.

martes, 8 de noviembre de 2011

Las cuentas del Debate

Con tantas encuestas y, sobre todo, tan explícitas, nadie esperaría grandes remontadas en el debate electoral en el que se enzarzaron ayer Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba.
Los números, presentes en todo momento en cada palabra de los dos candidatos, dominaron el debate y pusieron a cada uno en su sitio, antes incluso de que empezase. Antes incluso de que cada uno de ellos lo supiera.
Mariano Rajoy no tenía mucho más que ganar y, si que podría haber tenido algo que perder. Con unas expectativas de 190-195 escaños, podía ir con la tranquilidad de saberse vencedor tras la confrontación, por muy mal que le pudiesen haber ido las cosas. Lo cierto es que, en gran parte gracias a su oponente, saltó al campo con ventaja.

El ex vicepresidente socialista sí tenía mucho que ganar. Al menos, algo. Pero es que, digan lo que digan, los números pesan. Tanto, que Rubalcaba olvidó por un momento que todavía es 8 de noviembre y que tiene 12 días para tratar de convencer a algún votante. Se dirigió a Mariano Rajoy como presidente. Aquello parecía más un debate sobre el estado de la Nación que un debate electoral. El subconsciente le jugó malas pasadas y ahí fue cuando Mariano se supo ganador.

Rubalcaba se obsesionó por encontrar alguna falla en el programa del PP. Acusó a Rajoy de no cumplirlo, cuando, a estas alturas, probablemente ni se lo haya leído. Y es aquí dónde los números traicionaron a Rajoy. Plenamente consciente de que no puede hacer propuestas concretas, se limitó a esbozar reformas, a apelar al "gran país", "a levantar la cabeza" y a una necesidad del cambio. Propuestas factibles bajo el paraguas de la mayoría absoluta más aplastante de nuestra democracia Propuestas que, precisamente por ambiguas, atraen más al español medio.

A partir de ahí, se contentó con achacarle a Rubalcaba, miembro del Gobierno hasta antes de ayer, los "logros" que nos han conducido a esta situación económica.

Quién ganó o quién perdió pasa a un segundo plano cuando ambos llegaron al debate como ganador y perdedor. Y más allá de errores cómicos, como la confusión entre Rodríguez Zapatero y Rubalcaba en la que incurrió hasta 3 veces Rajoy (lo que sugiere que a lo mejor no fue tal error) Cada uno asumió su rol. Aunque es cierto que Rubalcaba se lo puso a tiro al Presidente, perdón, al candidato popular.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Política Común

Se conoce con este nombre a las políticas comunitarias, a las famosas posiciones comunes que adoptan, al unísono, todos los países de la Unión Europea, dando la sensación de unidad de acción como miembro del escenario internacional.

La crisis de deuda griega, eufemismo de riesgo de quiebra total del estado, ha sacado a relucir un nuevo ámbito en la política común: la hipocresía.

No existe una gobernanza financiera comunitaria. Salvo excepciones, a penas existe una política internacional común y, ni siquiera, una de interior. Sin embargo, con respecto a la situación del país heleno, todos los estados europeos comparten postura.

¿Desde cuándo una consulta popular puede ser perjudicial?. No obviaremos que la convocatoria de referéndum en Grecia llega tarde. Es cierto. El Gobierno griego lo podría haber propuesto antes de aceptar el primer tramo de ayuda por valor de 65.000 millones de euros. Pero, en cualquier caso, ¿no tienen los griegos derecho a decidir sobre su futuro?.

De repente, no. Alemania, Francia o España se han apresurado a tildar la convocatoria de error que puede poner en peligro la moneda única.

Pero esta repentina unidad en materia griega no es el único acto de hipocresía que esconde este debate.

Inexplicablemente, esta convocatoria de referéndum ha afectado, en las bolsas, a España e Italia. Ya sabemos como se las gastan los especuladores pero, ¿acaso hemos olvidado lo expuestos que están los bancos franceses británicos y alemanes a la posible quiebra del país heleno?. y, una última reflexión, ¿no fueron estos mismos bancos los que alentaron y llevaron a Grecia a la insostenible situación que vive, financiando su despilfarro?

Una prueba crítica a la que se enfrenta el Euro. No es precipitado decir que el edificio europeo se tambalaea, después de 60 años, más que nunca. Lo que nos debe animar es pensar que, como suele ocurrir, de las crisis salgan las mejores ideas, y la conciencia europea salga reforzada, siendo conscientes todos los estados de que se debe avanzar, mucho más y más rápido, hacia la integración.